miércoles, 1 de junio de 2016

ESE MOLESTO RUIDO EN LA VENTANA



Rigoberto Urán luchando una etapa 

Hay notas que no quisiéramos escribir nunca, ya porque tememos igualarnos en la pobreza de las sinrazones, ya porque se dirigen a quien nos ha merecido respeto o afecto. Esta es una de esas notas. Esta que va dirigida a Rafael Mendoza, el periodista; pero la escribo porque también hay deberes con la justicia y la verdad que nos igualan a periodistas y lectores, a profesionales y aficionados, especialmente cuando se trata de vindicar a quienes, mereciéndonos igual o más respeto y afecto, son mancillados desde el rencor y  aun así mantienen su silencio de templanza, aunque para casi todos sea evidente que se trata de un ataque personal, sin razón y sin altura. Por eso también, Rafael Mendoza, corresponderé al mismo tono desconsiderado de sus artículos.


Esta nota podría ser una defensa de Rigoberto Urán, porque los hombres que nos han enseñado el valor, el trabajo y el sacrificio sobrehumano, merecen defensa. Sépalo usted desde hoy Rafael Mendoza: nuestros verdaderos héroes, nuestros buenos ejemplos, invitan por su merecida dignidad a su defensa, y por eso mismo es difícil no entender la profunda indignación que nos mueve a tantos colombianos.


Dije que esta podría ser una defensa de Rigo, pero aclaro que no lo es. No voy a defender a Rigoberto Urán, porque no lo necesita. Su estatura humana es conocida por todos; su historia de joven responsable, de adolescente cabeza de familia, de ejemplo gallardo que se sobrepone a la absurda e injusta muerte de su padre, esa historia real, ha trascendido las fronteras y ha sido contada en diferentes países e idiomas, idiomas que usted de seguro no será capaz de entender. No en vano el chico estiró con su tenacidad las horas del día para ser estudiante, trabajador del chance y campeón de ciclismo. Sí, escúchelo bien: campeón. Siete medallas nacionales y cinco panamericanas juveniles se posaron en su pecho valiente, y entre ellas –aunque a Ud. le cueste reconocerlo, estaba el dorado color que distingue a los primeros-.
Rigo con la medalla olímpica que conquisto para Colombia


Su dimensión de ciclista tampoco necesita defensa y también ha llegado a otras tierras. Pionero de la nueva era del ciclismo colombiano, fue contratado en Europa con solo 19 años; pionero en el Sky, el equipo de la máxima tecnología y el pago dignificante; pionero ganando etapas en pruebas en las que no conocíamos el sabor del triunfo. Primer título de mejor joven en el regreso de los escarabajos a la élite, en uno más de esos Giros donde también ha sido primero en 2 etapas: una en escapada y otra contra el reloj. Pionero, como no, ganado una prodigiosa medalla olímpica de plata, en un terreno que no era su especialidad, a costa de sentir la asfixia y el sabor a sangre en la boca luego de una escapada imposible, que él inicio. Recuerde que fue la primera medalla colombiana en esos olímpicos, la que abrió el camino y sembró confianza en los nuestros. Pionero y primero, ganador muchas veces, que también nos ha enseñado que es capaz de levantarse después de una caída brutal como la del mundial o la del reciente Giro. Por eso no necesita defensas. Tampoco precisa levantarse por los ataques de su artículo, pues está claro, muy claro, aunque usted no sea capaz de entenderlo, que aquí quien cayó no fue él, fue usted, Rafael Mendoza.
Rigo, con las huellas del esfuerzo


Su caída duele, Rafael, porque he sido su lector, alguien que disfrutó de sus informaciones y comentarios; pero también alguien que tiene muy claro que, aunque el periodismo ha sido hermano del ciclismo colombiano en su crecimiento, no fue Rafael Mendoza, por más tiquetes que exhiba para justificar sus desaciertos, el que llevó a nuestros ciclistas a Europa; por el contrario: si hoy puede usted ufanarse de que asistió al Tour, el Giro o la vuelta, es gracias al arrojo y disciplina de los Cochise, Lucho, Parra, Oliverio, Urán y un extenso etcétera de gladiadores del ciclismo. Espero que no esté dispuesto a desconocerlo o negarlo, y espero que ya que exhibe el diccionario para definir el término segundón, cargado en sus artículos de un pestilente tufo a resaca de odio, no se atreva tampoco a decir que Fabio Parra es un segundón, o tercerón, porque no exhibe los dos subtítulos de Urán o su impagable medalla olímpica. Capaz es de hacerlo, sólo espero que la jubilación le dé tiempo para entender su error.


Por esas chapuzas ha caído usted con sus artículos y ha caído hasta el fondo. Por mentir cuando dijo de Rigo (y cito sus palabras): “Todos pensamos que podía ser la salvación para Chaves pero el antioqueño se puso al frente por unos segundos para irse luego con el español, sin mirar ni una vez atrás y sin colaborarle a su compatriota como lo había prometido el viernes. (Resaltado fuera del original).


Hay tanta mala intención en esas palabras: “por unos segundos”; falta usted tanto a la verdad que en su otro artículo se sabe obligado a citar de otro comentario que fueron “unos minutos”. No sé cuántas veces Rafael Mendoza ha repetido usted esa etapa en youtube, pero sí sé que al verla y a pesar de tragarse su saliva espesada de rencor, la baba de la mentira aún le aflora por las comisuras de la boca, y que aun así se ratifica en este y otras falacias, y por eso su actitud es imperdonable.


Porque bastarían las palabras del sincero Chaves, la preocupación por su amigo Rigo en la caída de la última etapa, las repetidas muestras de agradecimiento y afecto que todos los demás sí podemos ver y escuchar, para que usted se desdijera. No lo hace, y por el contrario enarbola su estandarte furioso contra Urán, contra los lectores sorprendidos e indignados, contra cualquier forma de conciencia y razón. Sé, Rafael Mendoza, que una persona no se define por un acto o un artículo, pero no dudaré al decir que en este Ud. deformó la verdad, que es otra forma de decir que mintió, y que lo hizo con una actitud que la cortesía calificaría de tacaña, pero que las circunstancias obligan a definir, en su propio estilo, como alevosa y mezquina (puede, si gusta, consultar el diccionario).


No se desdice, no. Y vuelve a la carga arrogante, exhibiendo credenciales como los viejos funcionarios que creen que las ideas y razones se compran con cartulinas enmarcadas. Vuelve a la carga, pero no es la constancia lo que lo define a usted al escribir nuevamente sobre el tema. La constancia es una virtud, la necedad no. Y necio, me decía alguien, es quien redobla su ímpetu en una acción cuando ni siquiera comprende o ya ha olvidado sus propósitos. Esa palabra, necio, sí lo define en esta, su extraviada etapa de jubilado. Eso, que es trasparente para muchos, no lo ha entendido usted, y es oportuno que lo haga.


Debe saber también que quienes leímos su reacción no teníamos necesidad de confirmar que ya goza Ud. de la jubilación: eso es evidente en el talante agrio con el que asume las críticas, en ese tono arrogante que emana y que corresponde a otra época, una época en que el lector era un mero receptor de palabras, distante y pasivo, porque no tenía oportunidad para la opinión y la respuesta. Esta, la del Internet, parece que ya no es su época, y eso los demás lo percibimos con diáfana transparencia, aunque usted no sea capaz de entenderlo.


Recuerde también que esa aristocracia periodística que nos enrostra al mencionar viajes y artículos, también puede recibirse con beneficio de inventario. Sabido es que la inercia de los sistemas, los oficios y las empresas, hacen que la gente ocupe por años oficios que nunca alcanzan a dominar o que ya no alcanzan a entender bien, que esa misma inercia permite que algunos alcancen títulos o responsabilidades que no merecen o ya no son capaces de ejercer. A usted, que tanto gusta de las definiciones de primogenituras, le recordaré que la presidencia es por antonomasia el primer cargo de un Estado, y en este país tuvimos un presidente con Alzheimer y otro en quien era imposible escoger si era más bruto que ignorante, y tuvimos que concluir que era por igual las dos cosas. Entonces, no exhiba credenciales, no levante ese tono iracundo, simplemente reconozca su yerro o mejore sus argumentos.


Dice usted que “En vez de darle una mano, como todos lo esperábamos le propinó el último golpe ya que lo acabó moralmente pues el bogotano debió sentir un golpe definitivo a su ilusión al ver que se alejaba la última tabla que podría salvarle el título”. Y no me detendré en la ausencia de algunas comas, o en otros errores de redacción, más evidentes en su farragoso segundo artículo, pues me sé incapaz de ello (y lo reconozco), y porque soy capaz de reconocerlo dejaré que lo haga alguien con mejor criterio, como todos deberíamos hacer cuando algo ya nos excede. En lo que sí me detendré es en la mala intención de esas palabras: no quiere entender usted, a pesar de saberlo y de haberlo citado, que Esteban simplemente no podía, que estaba enfermo de gripa desde hacía días, que sucumbía al tratamiento, asfixiado desde muy abajo en la montaña: la boca abierta desde temprano, los parpados retraídos, el digno gesto del supremo esfuerzo antes del ataque de sus rivales deportivos. No quiere o no puede entender, Rafael Mendoza, que el respiro que le ofreció Rigo salvó el podio; que sin ese apoyo de referencia y ese cortar el aire, sin ese aupar -cuyo gesto de invitación vimos todos-, Esteban se habría hundido realmente y lo habría perdido todo. No  quiere entender usted eso…o no puede, a pesar de que al término de su despliegue de credenciales se autoeleve al olimpo del periodismo al decir: “Si ello no me capacitó para presentar una visión profunda y real de una competencia o para juzgar la importancia de un ciclista creo que perdí el tiempo”. Sí, perdió su tiempo, aunque su mala fe no alcance a perder al Espectador, que rápidamente aclaró que se apartaba de su columna. Es que Ud. no puede ver lo trasparente, Rafael Mendoza, pero ¿por qué no puede?


ALGO HUELE MAL


Algo huele mal en su acusación de traidor a Urán, en la descalificación de su inteligencia para correr, en reconocer males a otros pero no reconocer la bronquitis de Rigo, en justificar en  otros sus resultados, pero no los de Rigo, en negarle el protagonismo de su esfuerzo y en la inocultable mala leche de la palabra segundón (y hay que ver que Ud., creyéndonos tontos en masa, muestra definiciones asépticas, cuando cualquier lector reconoce su intención más allá de las excusas o falsas aclaraciones). Sí, señor, en suponernos engañables, en su arrogancia destemplada, en su percepción de la carrera y de las intenciones de Rigoberto hay algo que huele mal, porque usted está oliendo traiciones que nadie más percibe.


Un oportuno recuerdo me ayudará a explicárselo: en mi barrio había una señora a la que le decían “huelefeo”. Una sencilla historia: la señora se paseó por el supermercado, su casa, el barrio. Y se quejó todo el día de que el barrio, la casa y el super olían a M…. a feo. Ingenua ella, descubrió su error cuando alguien le hizo entender que sus dedos se habían untado del resultado final del metabolismo de su perro, y ella lo había fijado, al rascarse, bajo su nariz atormentada.  Y atormentado como ella se muestra usted al escribir, Rafael Mendoza, en contra de la inmensa mayoría para la que El Espectador le permite escribir, en contra de esa multitud de ciudadanos a los que considera tarados mentales cuando cita, como respaldo a su tesis, que la “gente no tiene capacidad de análisis”, y que es de “un fanatismo estúpido y regionalista”; gente que es todo ese mundo que en su criterio “Si la tendencia es huelga de hambre, todo el mundo se muere de hambre sin preguntar por qué”. Entonces déjeme preguntarle: ¿se toma usted el tiempo de escribir, Rafael, interrumpe su placidez de retiro sólo para sacarnos de la estupidez? Si es así, perdóneme por no agradecerle, a pesar de sus muchos tour, sus columnas y sus 19 años, porque lo hace desde el desprecio y una desafortunada superioridad que no puedo reconocerle. También en ello hay algo deforme, torcido, mezquino.


No vamos tampoco a agradecerle su nueva versión del ¡Usted no sabe quién soy yo! Porque eso solo dibuja su actual estatura de pigmeo moral, y porque hoy el país necesita más Rigobertos Urán, hombres de verdad que pasen por encima del dolor y lo venzan sin rencores, pioneros que construyan dignidad y país, campeones de la vida y la sociedad, y no Rafaeles Mendozas. Por eso no le vamos a agradecer, porque sabemos que lo que no necesita este país, hoy y siempre, es personajes que mientan y aticen rencores con la nimia excusa de que algo fétido les ensucia el bozo, bajo su nariz, y ellos displicentes y necios se lo atribuyen a otros. Le agradeceremos más bien si busca sobre su boca las razones de ese malsano odio a Rigoberto Urán, ese sentimiento turbio y mezquino que afea su mundo y parece dominar sus impresiones y actitudes.


Porque mezquino es también poner a Nairo de escudo para justificarse, para ganar adeptos a su causa. Mezquino es tratar de dividirnos entre Nairistas, Chavistas o Uranistas, como alguna vez se dividió el viejo país de sus recuerdos entre Suaristas y Cochisistas (a pesar de que nunca ha habido ciclistas más fieles y amigos más cercanos que ellos, que corrieron como dignos rivales, como corresponde al deber de responder con profesionalismo a las propias divisas, igual que hicieron Chaves y Urán).


Aún está a tiempo de rectificar, Rafael Mendoza. Pero para recuperar la razón y la dignidad, que perdió queriendo arrebatársela a otro, debe reconocer sus errores con gallardía y debe cambiar su actitud, abrirse a las razones y los argumentos, en lugar de refugiarse en los que, por respeto a lo que usted fue, no le dicen que ya está extraviado. Espero que lo haga, porque lamentaría que, en insulsa insistencia, Rafael Mendoza se convierta en ese ruido molesto en la ventana: el que produce la mosca que se revienta a golpes la cabeza, una y otra y otra vez, torpe y necia contra el diáfano cristal, sin comprender su transparencia.
               N. C. R. Colaborador del Muro del Ciclismo

26 comentarios:

  1. Lástima que se tengan que escribir este tipo de artículos para defender innecesariamente a nuestros ciclistas quienes sólo nos hacen sentir emoción, llorar pero de felicidad al verlos triunfar y también sufrir cuando vemos que ellos sufren. Desde niña disfruto las carreras, cuando pasaban por mi ciudad natal era cita obligada, ningún artículo logra empañar el árduo trabajo de nuestros ciclistas que no se limita sólo a la carrera sinó a toda su preparación y después siguen inspirando con sus historias.

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  2. Hola. Buen articulo, pero esta muy largo y no a todos les gusta leer tanto. Procura que no sean tan extensos.

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  3. La mejor enseñanza es el ejemplo y ya sabemos que clase de ejemplo nos dio Rafael Mendoza... Y nos deja claro si no entiendes el Ciclismo...de nada te han servido los los detrás de ellos, dejaste pasar los años para escribir con su gusto,no con el de los lectores...Excelente Blog...Algo Huele a mal...

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  4. Mil gracias por este articulo, me llena de tranquilidad y alegria.

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  5. Mi amigo, creo que malgasta Usted su tiempo en tratar de hacer entrar en razón a un personajillo como el caciquete del periodismo deportivo Rafael Mendoza, ya anquilosado en la soberbia que cree sustentar en sus años de mediocre periodismo.
    El mismo se está echando las ultimas paladas para sepultarse en el olvido. Requiem para un pseudo-periodista anónimo.

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  6. juepucha ,este sennor mendoza si esta equivocado y yo no estaba equivocado cuando lei sus equivocaciones...claro qeu esta respuesta esta algo larga ,pero tocaba que alguien le hiciera saber de su horror,bueno error.

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  7. Y si falto algo por decir en este artículo, ya habrá alguien que lo diga, por que no hay deporte más humilde, honorable y solidario que el ciclismo

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  8. Durante la transmisión en el Brasil pela esp ,los comentaristas elogiavam el patriotismo de uran,ajudando a Chavez,mas la vida nos enseña ,que para algunos es siempre derrota no ser primeiro ,sem importar las circunstancias; para outros la luta,obstáculos,nos llevan más allá de un lugar en el podio ,se transforman no simplemente en un atleta ...y si en una leyenda !

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  9. Uffff vaya forma de escribir.
    Sé, porque me ha pasado, que este tipo de escritos surge de una especie de combinación perfecta entre la capacidad innata para la escritura y una inspiración espiritual provocada por sentimientos diferentes del alma, que, para este caso, provenían de otro escrito por demás injusto. De tal forma que ese sentimiento de injusticia y la poca capacidad que para responder en los términos adecuados tenía el ofendido, en este caso Rigo, hizo que la musa de la inspiración llegara de manera tan recursiva en términos de modo y lugar.
    Felicitaciones por tan formidable columna, pero aún más por tan noble y gallarda defensa de quienes siempre merecerán nuestra admiración, cariño y respeto; nuestros ciclistas.

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  10. excelente artículo, yo me lo apropia y se lo dedico a un tal Ricardo Bonilla del foro de Mundo Ciclistico que se vanaglorio del articulo en mencion diciendo qu él mismo había dicho lo mismo que tal

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  11. Así se habla, Con el respeto hacía la Profesión dura duriiiisma del ciclismo y hacía la templanza que ellos nos dan como ejemplo.
    Gracias señor Periodista por aclarar ( porque es así como lo nombra en unos de sus párrafos ) Aquí no hay que defender NADA.

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  12. Excelente, puso en el lugar que se merece ese arrogante, mala leche y super atorrante, pseudo periodista.

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  13. Excelente respuesta a ese atorrante, petulante y divide patria, parece que los anos le están pasando factura al pseudo periodista, alguien tiene que ponerlo en su lugar, no todos masticamos vidrio.

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  14. Que bárbaro....yo leí el comentario del tal Maendoza y me despisto mucho. Pero cuando oí lo que dijo Chávez de Irán entendi que el periodista se habia equivocado. Encuentro ahora la explicacion profunda de este hecho. Casi no parece creible que haya tanta mala leche con personajes tan queridos vomo nuestros héroes deportistas que nos dan tanta alegria y tanto orgullo. Ellos son la otra cara de nuestro País, dominado por mafias criminales que nos les tiembla la mano para abusar del poder y feriar nuestros recursos.

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  15. Gracias por poner en palabras el sentimiento y necesidad de justicia con nuestros verdaderos heroes Colombiamos. Go go Rigo Go .

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  16. Excelente prosa y narrativa para satisfacer a todos los que estamos indignados y ofendidos con esta columna de un "profesional". Me reconforta haber encontrado este artículo para calmar mi molestia.

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  17. Uyyy espero ese nefasto pseudo-periodista, en el retiro nocturno de sus escritos, quede allá, en su tumba periodística de la que nunca debió salir a escribir tanta pendejada.

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  18. Felicitaciones por tan excelente artículo en contra de inepto Rafael Medoza

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  19. Me siento orgulloso de lo ciclistas colombianos, y también, muy orgulloso de tener compatriotas que sean capaces de enarbolar su indignación, juntarla con la indignación de la gran mayoría de aficionados y estrellarla contra el rostro de un anacrónico y resentido periodista. _ Copio y pego en mis archivos de discursos para tener en cuenta el resto de mi vida, esta genial reprimenda, que, como bien dicen, representa nuestro derecho a la réplica, a la que no estaba acostumbrado este sujeto que quiere seguir reinando desde las lianas podridas de un tarzán de la selva olvidado.
    Los felicito... este merecidísimo regaño a Rafael Mendoza, es un acto de justicia que siempre les agradeceré y considero héroe a quien lo escribió.

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  20. Quien es mendoza? ???
    se quien es rigoberto uran. Pero mendoza???????

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  21. http://www.colombiasports.net/ciclismo/audio-gracias-a-uran-esteban-chaves-no-perdio-mas-tiempo-jairo-chaves

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  22. Mi esposa me dice, yo los quiero a todos (a los ciclistas colombianos), pero al que más lo quiero es a Rigo, por todo lo que ha tenido que sufrir y superar en la vida, por todos sus logros y emprendimiento, y por su sencillez y espontaneidad.

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  23. Wow por qué apenas vengo a leerlo ahora, excelente artículo y muy bien redactado.

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